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Pánico en la Plaza Meave.

  • Foto del escritor: Valeria Hernández Barreto
    Valeria Hernández Barreto
  • 21 abr 2019
  • 2 Min. de lectura

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Era Sábado Santo alrededor de la 1 de la tarde, un día bastante caluroso, me encontraba en el centro de la Ciudad de México, caminando por la Plaza de la Tecnología y la FrikiPlaza, muchos negocios cerrados y muy poca gente en esas locaciones.

Guiada por mis dos acompañantes seguimos caminando sobre el Eje Central para encontrar la Plaza Meave.

No sabía que esperar, había muchos vendedores ambulantes que se te aceraban mucho para que compraras programas para las computadoras, videojuegos, te podías encontrar uno que otro puesto de comida.

Comencé a sentirme muy abrumada ya que empezó a llegar más y más gente, sentía miradas acosadoras de muchos hombres cuando caminaba. Mis amigos no se separaban de mí ya que veían que me sentía muy incómoda.

Llegamos a la famosa Plaza Meave, había un olor muy penetrante a comida, entrando al lugar había un puesto de mariscos, los cocineros se te acercaban a darte muestras de comida para que consumieras unos tacos de camarón o de pescado.


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Yo continúe mi camino para poder llegar a una bomba de gritos de vendedores: “¿Que va a llevar güera? ¿Que necesita? ¿Algún modelos de celular que necesite?” Las miradas muy abrumadoras de los vendedores me llegaron a irritas, pero seguí mi camino. Muchos puestos de fundas para cualquier tipo de dispositivo móvil, puestos de “reparación” de celulares y sobre todo muchas tiendas de celulares robados. Por un momento me dió pánico seguir sacando mi celular para tomar fotos, todas las historias y la investigación previa que hice del lugar podía convertirse una realidad para nosotros, los comerciantes se te acercaban demasiado, tenía mucho miedo de que nos fueran a asaltar o a quitar nuestras pertenencias, pero iba decidida a terminar mi trabajo.


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Mi pánico fue aumentando de nivel, vi unos pasillos muy angostos a lo largo de la Plaza Meave tomé la iniciativa de caminar por ahí, pero mi instinto me dijo que no caminara por ahí, se veían muy pocas personas y puestos un poco sospechosos, les pedí a mis amigos que ya nos fuéramos ya que mi incomodidad llego a su límite, me guiaron a la salida de la localidad a un paso muy rápido, el calor seguía a tope, sudando logramos llegar a el estacionamiento donde habíamos dejado el coche, me quede con un mal sabor de boca de la Plaza Meave; jamás regresaré a este lugar.










 
 
 

6 Comments


dangnzlz04
Apr 25, 2019

Excelente forma de redactar, profundamente real y me hizo sentir que yo era quien caminaba por el mercado, a donde quiera que vaya la incomodidad se hace presencia por miradas varias.

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Reyna Yoseline
Reyna Yoseline
Apr 25, 2019

Una historia que realmente impacta, centrado a la realidad de hoy en día, a esta sociedad tan vil y sin sentido; tristemente una experiencia por la que muchos tienden a pasar involuntariamente.

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gabriela.rmmdz
Apr 25, 2019

Es muy extraño como entre otras personas nos llegmos a sentir tan ajenos a ellos.

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Diana Roo Hernandez
Diana Roo Hernandez
Apr 25, 2019

No sé si es por mí nulo conocimiento en blogs, pero realmente acaparaste mi atención con tu forma de redactar.

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Adamary Zárate
Adamary Zárate
Apr 25, 2019

Me gustó mucho tu forma de redactar y escribir tu punto de vista de esta plaza, ya que te hace sentir identificado en algunos aspectos, como por ejemplo, la inseguridad y el acoso.

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